“La institucionalidad es necesaria para que la gente pueda resolver sus problemas”

Ramón Guillermo Aveledo, coordinador de la Cátedra libre Andrés Bello, participó junto a otros individuos de Número en el conversatorio La Vida venezolana de hoy vista desde la Sociedad Civil, inquietudes y respuestas, organizado por la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, en su 110° aniversario.

La Academia Nacional de Ciencias Políticas y Sociales (ACIENPOL) realizó el coloquio “La Vida venezolana de hoy vista desde la Sociedad Civil, inquietudes y respuestas”, en el cual varios especialistas ofrecieron desde sus áreas de acción y experiencias un análisis retrospectivo sobre la participación organizada de los venezolanos y su visión sobre el desarrollo y futuro del país.

El panel  estuvo integrado por los Indiviuos de Número, Ramón Guillermo Aveledo, coordinador de la Cátedra Libre Andrés Bello y quien moderó el conversatorio; el padre S.J. Luis Ugalde; Colette Capriles; y el encuestador Félix Seijas, director del Instituto Delphos.

Rafael Badell, presidente de la Academia, hizo la presentación en el marco de los foros organizados con motivo  de los 110 años de la fundación de este cuerpo colegiado y que han contado con el apoyo de Universitas Fundación que permite la asistencia virtual de numerosos invitados.

Valoración de los venezolanos

El conversatorio inició con la presentación del estudio comparativo más reciente sobre la valoración de los venezolanos a las instituciones en el transcurso de los últimos años, por Félix Seijas

Según su exposición, los venezolanos valoraron en diciembre de 2014 a la familia por encima de la religión (3,5), y la política (2,5),

Entre las instituciones más importantes para la democracia, la gente mencionó al CNE (44,6) sobre los ministerios de Salud, Educación. Sin embargo, expresó tener mayor confianza en las universidades, los empresarios y de último el CNE.

En materia de elecciones, Seijas destacó la preferencia por la participación, “lo que indicaría que la gente valora la democracia, pero cuando se le pregunta qué es la democracia, el grueso de la población señala dos cosas: libertad de expresión y votar”. La separación de poderes, expresión democrática, “no aparece por ningún lado”, dijo

Al referirse a estudios cuantitativos y cualitativos sobre la cotidianidad, resaltó el estado de ánimo de las personas: más de 50% de venezolanos aseguraron tener esperanza, a pesar de sus problemas, lo que se evidenció en los procesos electorales.

En junio de 2024, en el contexto de las presidenciales, la medición alcanzó 73%. Sin embargo, en la última medición de junio de 2025 con las legislativas y regionales la esperanza cayó al nivel más bajo de 51%. El pesimismo aumentó a 30%, “el nivel más alto registrado en los estudios de medición realizados”, subrayó.

Resultados similares se hallaron también en el ítem de autoestima.

Los resultados abarcaron las tres cuartas partes de la población entre las clases D y E, y es la que también refleja la mayor preocupación: 70% dice que solo puedo pagar alimentos y medicina (25.4%), o solo alimentos (30,9%) o que no le alcanza “ni para alimentos” (12,7%).

“La comida es parte de la angustia de la gente. Hay grupos focales en los que las mujeres se han puesto a llorar al decir que sabe que su hijo no será tan alto e inteligente, porque no está comiendo bien”, comentó Seijas para explicar por qué se expresa tan poco interés por la política.

Diálogos y consensos

Colette Capriles se refirió durante su intervención a la experiencia sobre diálogos y construcción de consensos, realizada con ciudadanos de las 24 entidades del

La idea central fue un proceso deliberativo para producir una agenda social y de derechos que resumiera las demandas de la sociedad venezolana, en medio de la fragmentación social, política y migratoria, según explicó.

Tras referirse a la experiencia accidentada de diálogo y negociación entre el gobierno y oposición que arrancó en 2019 en Oslo y luego en Barbados, y la importancia de la conexión con la sociedad organizada,  Capriles se centró en la experiencia con la UE.

Allí se abordaron los campos de la institucionalidad, servicios de políticas públicas, participación y derecho, y en cada uno se formularon demandas y áreas de debate y desacuerdo, a través de una metodología de construcción de consensos.

“Se recogieron 673 demandas, 555 propuestas de acción  y 190 temas de debate. Eso se sintetizo y validó”, dijo Capriles y expuso los resultados.

La primera demanda, la más perentoria, fue la situación de bienes públicos: salud, educación, servicios públicos; bajos salarios y la ausencia de seguridad social, entre otros.

La segunda fue sobre “el mal funcionamiento del Estado y la queja sobre el exceso de poder del Estado”. “Las dos cosas coexisten y la gente lo percibe. Y tuvo un peso grande la falta absoluta de información pública sobre la gestión del gobierno. La gente se pregunta en qué gasta la plata, qué es lo que está haciendo”.

La tercera fue la necesidad de organización cívica de la sociedad. “Las  limitaciones de libertad de expresión y de comunicación ciudadana aparecen con una intensidad fuerte; y otro elemento fue la contraloría ciudadana”.

La cuarta y la última fueron la exigencia de cumplir los derechos humanos en general, y los temas indígena y minero.

“La gente no separa la demanda de bienestar de la demanda democrática, piensan que es en la democracia donde estas demandas puede ser cumplidas”, precisó Capriles.

Reflexiones sobre los cambios

El padre S.J Ugalde, por su parte, expuso sus reflexiones acerca de los cambios  del país a partir de 1925 y el reto de Venezuela en la actualidad Hizo un resumen retrospectivo de un siglo (1925 a 2025) de las “cosas que se vivieron de manera extraordinaria y de otras hoy no tan seguras”. Y se centró en la importancia del Estado.

En su recorrido histórico, abarcó desde la llegada de Venezuela al siglo XX, como país pobre, rural y despolitizado o no politizado, hasta la formación del “petroestado” que modeló la naciente sociedad urbana, y la creación de partidos políticos “más como trasplantes de árboles exóticos que como expansión de semillas nacionales, sin desarrollo”.

“No es la sociedad la que sostiene al Estado sino este el que la financia, ahuyenta la malaria, el analfabetismo e integra el país, y no lo hace con base a esfuerzos impositivos a la población, sino a través de un Estado docente, médico y urbanizador, un Estado gratuito”, afirmó.

En un recorrido por diferentes décadas, Ugalde destacó la llegada de la inmigración que cuadruplicó la población y aportó cultura “diversificada”. “Un segundo mestizaje de naciones más que de razas”, según lo definió.

Mencionó la aparición de la escuela, el asfalto, la vacuna, y la universidad que permitió la convivencia de padres y abuelos analfabetos con hijos y nietos universitarios (1926-1966).

 “Fue un proceso benigno que camina más hacia la inclusión y modernidad”.

Entre las transformaciones políticas y económicas citó la población escolarizada que forjó “una  sociedad más poderosa que el Estado“, y al mismo tiempo “con más conciencia ciudadana productiva,  política y social”.

Criticó que la existencia en la actualidad de “grupos pequeños liberales que creen poder prescindir del Estado” y pueden incurrir “en un peligroso y anárquico liberalismo”.

Afirmó que el Estado, aun en las sociedades más liberales, es una institución indispensable e instó a  desarrollar “un nuevo sentido de responsabilidad pública” para hacerlo eficiente “y dedicado a tareas específicas”.

Institucionalidad necesaria

Al partir de las exposiciones de los anteriores Individuos de Número, Ramón Guillermo Aveledo señaló la importancia de la institucionalidad frente a la desconfianza hacia ellas como un “enorme problema” para cualquier sociedad.

 “Necesitamos la institucionalidad para que haya un marco dentro del cual la gente pueda resolver sus problemas. Y además, esa frustración social que se nota en la desconfianza en las instituciones tiene consecuencias que son muy peligrosas: la inhibición cívica anomia, el individualismo exacerbado, pueden hacer un ecosistema amigable para cualquier aventura, y por tanto implica riesgos muy serios para la paz, la estabilidad y la convivencia”.

Se preguntó por dónde empezar para promover un cambio crítico en medio de una crisis tan múltiple, prolongada y profunda que afecta a los venezolanos

Subrayó que si bien la negociación es indispensable para que una sociedad pueda construir consensos y equilibrios, “hoy no está a la vista porque los actores relevantes no parecen estar interesados en el asunto”. Tampoco bastaría la existencia de una institución pues para construirla la población impaciente por resolver sus problemas requiere de paciencia y perseverancia, dijo Aveledo.

“La gente tiene conflictos que afectan su libertad, su seguridad, sus relaciones familiares, su patrimonio sea grande o pequeño, las condiciones laborales, sea trabajador o empleador; y su relación con la autoridad a todos los niveles, y quiere soluciones razonables y pacíficas”.

Aseguró la administración de justicia con un buen funcionamiento puede conducir a la recuperación de la confianza en las instituciones. Y solo podría lograrse con “la hoja de ruta” que es la Constitución.

“Lo más difícil es cumplir con la Constitución, pero allí está la guía para un Poder Judicial que se parezca a lo que la gente necesita, le tenga confianza y dé seguridad”, afirmó.