La política en materia de inteligencia artificial (IA) se está convirtiendo rápidamente en un importante ámbito de investigación, impulsada por la creciente integración de las tecnologías de IA en las funciones cotidianas de la sociedad. Aunque no existe una definición universalmente aceptada de IA, comúnmente se entiende como «máquinas capaces de imitar ciertas funcionalidades de la inteligencia humana, incluyendo características como la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas, la interacción lingüística e incluso la producción de trabajo creativo» (UNESCO, 2019b). La IA ejemplifica los rasgos distintivos de las tecnologías emergentes, incluida la innovación revolucionaria, las trayectorias de desarrollo rápidas, los impactos sociales sustanciales y la incertidumbre y ambigüedad inherentes
De UNESCO