Tres destacados especialistas plantearon los beneficios, riesgos y retos que impone la nueva tecnología para el desarrollo, en el foro La Inteligencia Artificial y su impacto para el desarrollo de Venezuela, que organizó la Cátedra Libre Andrés Bello de Ética Cívica en la Legislación y la Administración Local
La Inteligencia Artificial, que consiste en la imitación de la humana a través de sistemas informáticos, plantea a Venezuela no solo la posibilidad de obtener beneficios, sino también el desafío de asumir la capacidad de adaptarse a esta nueva tecnología con criterios éticos y leyes adecuadas para enfrentar los nuevos delitos comienza a propiciar en el mundo.
Así lo expusieron la ingeniero Morella Behrens y los profesores Ramón Cardozo y Fernando Fernández, desde sus diversas visiones, en el foro La Inteligencia Artificial y su impacto para el desarrollo de Venezuela, que organizó la Cátedra Libre Andrés Bello de Ética Cívica en la Legislación y la Administración Local, en un nuevo intento de colocar temas de interés social en la agenda pública. Es el primer foro del programa de divulgación Cecilio Acosta organizado por la Cátedra Libre Andrés Bello de la UCAB, con apoyo tecnológico de Universitas Fundación.
Dilemas de la IA
En la apertura del foro, el profesor Ramón Guillermo Aveledo, despejó el aparente contrasentido de hablar de un foro sobre IA en un país atravesado por la crisis de los servicios de electricidad y agua. “Somos parte del mundo y tenemos que estar al día para no ahondar la brecha que nos separa del progreso y sus oportunidades”, dijo, y ahondó en los desafíos que involucra.
Uno es el de los dilemas éticos que como el uso de las máquinas y el comportamiento moral de las creaciones de la IA, a los que se ha referido la UNESCO, y el otro es el político-jurídico, más complejo, cuyo reto es concebir una gobernanza democrática global de la IA, según precisó.
“Los avances científico-tecnológicos son disparejos, así como son distintos los sistemas políticos y su valoración de las inseparables dignidad y libertad humanas. Si nuestro propósito es la protección y promoción de la persona humana, con sus derechos y deberes como centro definidor, no puede resultarnos aceptable ignorar que así como son incalculables los progresos que la IA puede comportar, serán proporcionales los riesgos”.
Aportes y desafíos
Behrens, especializada en informática y de vasta experiencia en el área, destacó en su exposición las oportunidades y desafíos de la IA en Venezuela, un tema complejo y de muchas aristas a tomar en consideración.
Tras enfatizar cómo la toma de decisiones en información pueden formar parte del proceso de IA, indicó que puede arrojar errores, como la discriminación, y citó el caso de una aplicación concebida para predecir la criminalidad que cuando fue activada dio “cierto nivel de discriminación por desconocimiento” con personas afro descendientes, al no ser cargada debidamente con toda la información.
“Con cosas como esa tenemos que tener cuidado. Todo esto nos lleva a que hay un gran desafío cuando se habla de IA”, advirtió.
La especialista resaltó el potencial y los aportes de la IA en varias disciplinas como la música, la optimización del tránsito vehicular, la salud en la que la IA está ayudando muchísimo áreas como el diagnóstico temprano y prevención, en España; la agricultura en la que permite analizar las condiciones climatológicas para obtener siembras sanas y productivas, como en el caso de Brasil; y la educación en la que la IA permite particularizar programas según las necesidades y condiciones de los estudiantes, como en Japón y China.
Señaló también que en el caso de Venezuela, la industria petrolera que requiere inversión importante, la IA pudiera aumentar el nivel tecnológico y mejorar la industria en cualquiera en sus áreas.
“Todo esto permite potenciar la calidad de vida, productividad de los procesos y ofrece muchas soluciones interesantes”, dijo.
Sin embargo, habló de “la cara oscura de la IA” y se refirió a algunas tecnologías que si bien pueden emplearse para avances como el carro sin conductores, también pueden servir a otros fines con maliciosas intenciones, y en ese caso la IA sería un “arma letal”.
La suplantación de identidades y fakes news imponen que “no podemos creer en todo lo que vemos y que siempre tenemos que validarlo”.
Ante eso, Behrens puntualizó que el marco ético y regulatorio es fundamental y que las políticas públicas, a través de un trabajo conjunto con todos los sectores, permitan que la IA en un trabajo ético esté bien regulado para sacarle así mejor provecho.
Pero siempre existe un riesgo, y es la dependencia de la tecnología al 100% y la preferencia de la imagen y “la pérdida de la capacidad de análisis”, alertó. “Están llegando nuevos médicos que lo primero que ven es la imagen del radiólogo y sobre esa base hacen su propio informe y no ven el otro. Esa es una parte del problema que tenemos que atacar en cuanto a educación, e indica que estamos perdiendo la capacidad de análisis”.
“Tenemos que hacer mucho énfasis en capacidad de análisis, de condiciones y decisiones que no dependan de las herramientas, y eso es un gran reto”.
Al referirse a Venezuela, dijo que la IA puede potenciar el desarrollo social y económico, por lo que es un gran desafío invertir en infraestructura tecnológica y en educación.
Riesgos de la cuarta revolución industrial
Desde Alemania, el investigador Ramón Cardozo, profesor universitario destacado en el área, se centró en las condiciones de Venezuela ante la IA que, junto con la robótica, constituye la cuarta revolución industrial que implica cambios decisivos en la sociedad, desde la primera en la que apareció la máquina de vapor, según precisó.
Al inicio de su exposición, abordó los grandes riesgos de la IA y señaló particularmente la pérdida de hasta 40% de puestos de trabajo incluyendo cargos de dirección, según advertencias del Banco Mundial. Y también los referidos a su velocidad y que llevaron a sus desarrolladores a solicitar en fecha reciente un break al sentir que la IA iba más rápido que la capacidad de la sociedad para saber dirigirla.
Se refirió entonces a los “riesgos inaceptables”, llamados así por la reciente ley sobre la IA en Europa, que obligan al mismo tiempo a saber adaptarse “con criterio” y no un “copia y pega”, según indicó. Y ello supone afrontar “grandes dificultades” y un reto para la sociedad.
La primera es el lapso que media para adaptarse de una tecnología a otra y que “se ha venido reduciendo drásticamente”. Y la segunda, el uso cada vez más extenso de la tecnología que se acorta más rápido, lo que ilustró: entre la aparición y la comercialización de la electricidad pasaron 46 años, en tanto que en el caso de los medios digitales solo siete años.
“Esos dos hechos hacen que sea muy difícil predecir los escenarios en el futuro cercano porque aparecen nuevas tecnologías y no da tiempo a que los reguladores puedan prever los riesgos a futuro”, explicó. Y agregó la comprensión de la sociedad. “A la gente no le da tiempo de comprender cómo funciona y se organizan las tecnologías; son cajas negras”.
Analizó entonces el caso Venezuela y su capacidad para adaptarse a la IA, en el contexto en que la cuarta revolución industrial coincide con la revolución bolivariana- “Esa coincidencia debe ser tomada en cuenta”, puntualizó.
Cardozo citó el Índice de Preparación para la IA, elaborado por el FMI. El estudio, que evalúa la capacidad y organización de los países para incorporar la IA, considera para ello cuatro factores. Estos son la infraestructura digital, el capital humano político, el nivel de innovación e integración económica, y la regulación ética.
De acuerdo con el Índice, Venezuela se encuentra entre los últimos países, con una calificación de 0,27 sobre 1, en capacidad de adaptación, junto con Haití, “Esta calificación está no solo por debajo del promedio de países marcados como emergentes, entre los cuales se encuentra Venezuela, sino incluso por debajo del promedio de países de ingresos bajos”, según Cardozo.
En datos sobre infraestructura digital y capital humano, Venezuela tiene también muy baja posición, según el estudio, lo que coincide con datos de la ONG Venezuela sin Filtro, según la cual la tasa de penetración del país está entre las cinco peores de América Latina.
“Adaptarnos o no y saber utilizar la IA nos coloca en peor posición no solo frente al mundo, sino también frente a competidores económicos de la región, lo que debe ser tomado en cuenta para la competencia de los mercados”.
Convención vs. Ley en Venezuela
Por su parte, el abogado y especialista en legislación Fernando Fernández se refirió en su disertación al marco regulatorio de la IA en el contexto internacional amenazado por delitos informáticos en el que se encuentra Venezuela, en su transición de haber estado vinculada al mundo occidental a sus relaciones con Rusia, China e Irán entre otros países que adversan el progreso.
Luego de recordar la eliminación del sistema de ciencia y tecnología e innovación contenida en la LOCTI, en 2010, indicó que mientras el mundo progresa con legislaciones que dan respuesta a nuevos delitos, Venezuela tiene un doble hándicap. “No teniendo las ventajas del primer mundo, tenemos la desventaja de este que es la delincuencia en el espacio digital”, afirmó.
“Nos estamos enfrentando a nuevos y viejos delitos en la era digital” y se preguntó cómo Venezuela se protege del uso legal de las tecnologías ante las carencias estructurales que padece.
Subrayó como los más graves los delitos financieros trasnacionales aprovechando la ventaja de la globalización y de la instrumentalización de internet, como el lavado de activos, el financiamiento al terrorismo, y a las armas destrucción masiva.
Además, mencionó los delitos transfronterizos en un escenario de guerra híbrida y con la delincuencia organizada con la IA, como el del odio que “se ha potenciado de manera brutal, porque ahora cualquier influencer puede generar corrientes de odio contra grupos étnicos o raciones y políticos”. También el de la subversión ideológica que implica un proyecto a largo plazo que puede ir socavando la democracia en el mundo.
Frente a esta situación saludó la aprobación de la Convención contra la Ciberdelincuencia por las Naciones Unidas, el 9 de agosto pasado, con 56 firmas de los 64 Estados parte y que está en pleno vigor y que contempla 18 nuevos delitos a combatir en el mundo. Venezuela, según dijo, no aparece entre los firmantes.
Entre los graves hechos tipificados en la Convención, mencionó el Acceso ilícito que se refiere a la interceptación de datos electrónicos, el uso indebido de dispositivos; los relacionados con abusos sexuales o explotación sexual de niños (en referencia a menores de 18 años de edad, según la ONU).
Sin embargo, señaló como “el más álgido” el delito de la responsabilidad de las personas jurídicas en la participación con los delitos tipificados por la convención (art.18), lo que puede implicar en Venezuela un desafío.
“Venezuela tiene un Estado empresario por la cantidad de empresas bajo su control. Esto nos lleva al artículo 31 de la Ley contra la Delincuencia Organizada, que contempla 31 delitos y remiten a los casi 900 que entre el Código Penal y leyes penales especiales sobre delincuencia organizada o financiamiento”.
Precisó que el articulo 31 señala que las empresas tienen responsabilidad civil y penal, “con excepción del Estado”.
“La Asamblea Nacional adelanta un proyecto de ley sobre IA y habrá que ver qué hacen con ese artículo y la Convención”, apuntó Fernández.