Con el objetivo de educar y sensibilizar, el Centro de Derechos Humanos de la UCAB Guayana y la Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu) llevaron a cabo el foro «Comprendiendo el cerebro víctima de violencia»
El Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (CDH UCAB) y la Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu) organizaron un espacio de formación para estudiar las consecuencias neurológicas y psicológicas de la violencia de género.
Mairis Balza, abogada y directora general de Codehciu, resaltó la importancia de construir un tejido social que nos permita combatir la violencia basada en género a través de la psicoeducación, campañas de sensibilización, acompañamiento a las sobrevivientes y trabajo colaborativo entre organizaciones de sociedad civil.
El evento inició con la ponencia de la médico psiquiatra Zinnia Ron sobre el impacto de la violencia en el funcionamiento del cerebro; luego la psicóloga María Inés Pérez explicó las afectaciones de la violencia en la identidad y proyecto de vida de las sobrevivientes: y por último, la psicóloga Carolina Rodríguez, habló de la importancia de las redes de apoyo y entornos seguros para romper el círculo de la violencia.
La Dra. Ron comenzó reconociendo que la pandemia del coronavirus en 2020 hizo comprender a la sociedad lo indispensable del autocuidado. “La psicoeducación es importante sobre todo en esta sociedad y el tema de la pandemia nos hizo entender que la salud mental forma parte de la salud integral”, dijo
El cerebro y la violencia
La psiquiatra explicó que el cerebro es un órgano complejo con 100.000 millones de neuronas con sus conexiones cerebrales, y reconoce que parte del trabajo de los psicólogos, psiquiatras y neurólogos es mantenerlo en estado funcional.
Según la médico especialista, la violencia física y emocional provoca cambios estructurales y funcionales en el cerebro, especialmente en áreas clave relacionadas con la memoria, el aprendizaje, las emociones y las relaciones sociales.
Además, detalló que cuando un cerebro sufre maltrato presenta alteraciones asociadas con la ansiedad y el estrés.
“Estas alteraciones se ven en el individuo como depresión, desorden de personalidad, trastorno de la alimentación, problemas de la imagen corporal, sexualidad y confusión del género, abuso de sustancia, trastornos somáticos, esquizofrenia y trastorno de estrés postraumático”, agregó.
La Dra. Ron también habló sobre la violencia y el suicidio. “La violencia de pareja abarca un 46% de conductas de riesgo perinatal y postnatal”, confirmó. Asimismo, expuso que existen estudios de perinatología (ciencia que trata al feto y la relación con su mamá), que demuestra que cuando un bebé no es aceptado, es rechazado o está en un ambiente disfuncional, él provoca la preeclampsia (presión arterial alta) en la madre, lo que puede conducir a la muerte del bebé o de ambos, en consecuencia de la violencia.
“La preeclampsia la produce el bebé porque todas las sustancias que produce la mamá al vivir en angustia, por la violencia y el maltrato, se las pasa al bebé por el cordón umbilical y él las recibe” explicó.
¿Cómo afecta la violencia a la identidad de la sobreviviente?
La psicóloga de Codehciu, María Inés Pérez, abordó el impacto que genera la violencia en mujeres víctimas en su rol como estudiantes, trabajadoras y madres; afectando de tal manera, su identidad y proyecto de vida.
“La identidad es la idea, definición o concepto que nosotros tenemos acerca de nosotros mismos, de cómo son quienes nos rodean y también del lugar en el que estamos insertos”, definió.
Algunas de las manifestaciones que identificó en víctimas de violencia basada en género fueron la hipervigilancia, altos niveles de estrés, actitud autocrítica, aislamiento, miedo al sexo opuesto, alteración de la memoria y concentración, depresión, baja tolerancia, irritabilidad, actitudes agresivas y sentimiento de culpa.
De igual manera, explicó que una mujer sobreviviente de violencia comenzará a interactuar y relacionarse con los demás desde la desconfianza. Por lo tanto, afectará la conexión real con el otro, tendrá una percepción negativa de su entorno, verá alertas de riesgos excesivas y/o posibles amenazas aunque no las haya. Es decir, su realidad se mostrará distorsionada por el trauma, lo cual afectará de manera significativa la toma de sus decisiones en su proyecto de vida.
“También esto se ve afectado por la inseguridad que siente en sí misma y en sus capacidades; puede tener sentimientos de vergüenza porque se siente inadecuada; y puede presentar también, a nivel social, conductas de riesgo, como puede ser el consumo de alcohol excesivo, deambular o por ejemplo estar con personas desconocidas”, explicó.
Redes de apoyo y entornos protectores
En la última ponencia del foro, la psicóloga clínica Carolina Rodríguez, hizo hincapié en que los entornos protectores y las redes de apoyo son fundamentales para ayudar a las mujeres que han sufrido violencia, ya que al brindar un espacio seguro, información y apoyo emocional, se puede contribuir a su recuperación y empoderamiento.
Según la especialista, los entornos protectores ayudan a mitigar y disminuir el impacto de violencia. “Estos entornos son espacios, ambientes o lugares que van a buscar cambiar, modificar o mejorar la forma de reaccionar o la forma de respuesta de esta persona”, agregó.
Los principales entornos seguros para las víctimas de violencia son el familiar, el comunitario/social y el institucional. El familiar incluye a parientes cercanos y lejanos; el comunitario abarca a vecinos y amigos; mientras que el institucional se refiere a centros de salud, instituciones legales y organizaciones sociales.
“Si una mujer que ha transitado o vive una situación de violencia acude de pronto a un centro de salud y recibe por parte del personal de salud una asistencia con trato digno, humanizado, sensibilizado, un acompañamiento asertivo y oportuno, por supuesto que esta persona va a sentirse mucho más empoderada para poder romper el ciclo de la violencia”, explicó.
De igual manera, destacó la colaboración entre Codehciu y el CDH de la UCAB como un ejemplo de cómo las alianzas entre organizaciones públicas, empresas privadas y la sociedad civil pueden fomentar espacios de aprendizaje y sensibilización en temas de violencia basada en género.
Por último, reconoció que es fundamental que las sobrevivientes de violencia tengan acceso a redes de apoyo y entornos protectores que puedan acompañar en su proceso de recuperación a mujeres, niños, niñas y adolescentes (NNA) que han vivido situaciones de violencia.
“El poder acudir a redes o grupos de apoyo psicosocial va a generar un sentido de identificación con las otras personas y se va a generar una mayor apertura que permita construir una red de apoyo y el acompañamiento profesional”, finalizó.
La educación como prevención de la violencia
Según el Observatorio Venezolano de Violencia, Bolívar es el tercer estado más violento del país con 365 víctimas de violencia registradas en los primeros seis meses del 2024. Asimismo, Codehciu determinó en el monitoreo de violencia basada en género del 2023 que la violencia física y psicológica son las más frecuentes en el oriente del país.
El abogado Christian Brizuela, asistió al foro con el propósito de capacitarse en materia de violencia de género. “Todas las personas que trabajamos, ya sea por protección contra la violencia generalizada, violencia de género, violencia en los NNA estamos dando ese granito de arena para cambiar la situación de violencia en la sociedad venezolana que está muy normalizada”, opinó.
De igual manera, considera que la desinformación y el desconocimiento es un problema real que impide a las personas ejercer sus derechos, por ende reconoce el valor de estos espacios formativos.
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- Texto y fotos: Angiecarolina Martínez