Desde 1908 hasta nuestros días se han alcanzado numerosas conquistas en los derechos de la mujer; sin embargo, aún existe camino por recorrer para alcanzar la igualdad de género y oportunidades.

Historias de vida, estudios e investigaciones de cuatro mujeres muy diferentes fueron el eje central del foro organizado por el Centro de Estudios Regionales (CER), para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Las ponentes fueron Rosalinda Salas, Diana Rojas, Fabiola Mendoza y desde México participó Hortensia Hernández.

El evento realizado en el Auditorio Constanza Verolini de la Universidad Católica Andrés Bello extensión Guayana (UCAB Guayana) fue moderado por el profesor Wladimir García y estuvo invitada toda la comunidad universitaria, especialmente las mujeres colaboradoras de la institución.

Mujer y luz en el mundo de las capacidades diferentes

Ingeniero Rosalinda Salas

Rosalinda Salas, ingeniero de profesión, compartió su experiencia de vida como hermana y madre de dos mujeres con capacidades diferentes, así como también su compromiso con la Coral Infantil Integrada de Guayana.

“Mujer y luz en el mundo de las capacidades diferentes” fue el título de su exposición, cuya esencia se centró en un mensaje de amor y esperanza. “Conocí personas que me hicieron comprender las diferentes capacidades especiales y cómo, en familia, habían logrado avanzar”.

“Yo quise llevar mi preparación y conocimiento a otras madres que pasan por la misma situación, para que vieran en sus hijos el mayor potencial posible. Siempre bajo la premisa: Aceptar el diagnóstico, pero no el pronóstico”. Desde esa perspectiva, Salas apoya a los niños y familias que se reúnen en torno a la música en la Coral Infantil Integrada de Guayana, antiguamente dirigida por el recordado Larrys Salinas.

Dieta mental en cuatro fases

Profesora Diana Rojas

La participación de la profesora Diana Rojas estuvo centrada en una bibliografía de su autoría: “Dieta mental”, una guía sencilla para generar paz interior. El libro involucra lo que ella ha denominado la trilogía de pensamiento: pensar, sentir, hacer.

El método consta de cuatro fases. Rojas explicó que la primera de ellas es identificar emociones tóxicas y controlar impulsos; la segunda, prestar un servicio al entorno, uno que cueste; en esta etapa se busca aprender a perdonar. La tercera fase es romper paradigmas, hacer cosas que la persona nunca ha hecho y, finalmente, recibir agradecimientos y regalos. La autora afirma que los obsequios llegan en consecuencia y deben ser aprovechados. “Si no sucede, debe sincerarse consigo mismo y si falla en alguna fase es necesario volver a empezar”.

 

Joropo fit y la folclor terapia

Investigadora Fabiola Mendoza

Fabiola Mendoza, como investigadora de la cultura popular venezolana, afirmó que su pasión es trabajar con el pueblo y para el pueblo. Es una mujer que, sorteando los devenires de la vida, ha escrito de la historia del estado Bolívar a través de la cultura.

Aprovechando el propósito que allí reunió a todos los presentes: el Día Internacional de la Mujer, destacó el Baile de las Mujeres en Guatire, un evento en el que solo participan féminas para bailar joropo mirandino. “Se baila con tacones. Son señoras de más de 80 años y es una celebración que solo existe aquí, en Venezuela”.

Como investigadora, Mendoza afirmó que cada día se involucra y se compromete más con la cultura. Al respecto preguntó: Si nos vamos de Venezuela, ¿quién va a mejorar el país? A partir de su vasta investigación y como mujer de pensamiento innovador, creó el joropo fit y la folclor terapia, dos herramientas para fortalecer cuerpo, mente y espíritu.

Hortensia Hernández

Hortensia Hernández participó desde México a través de la plataforma Zoom y compartió su ponencia “Contexto para incorporar la perspectiva de género a la calidad de vida laboral”.

Hernández destacó que los derechos de las mujeres trabajadoras son exactamente los mismos que tienen los varones. Estos derechos se fundamentan en las constituciones de las naciones. Agregó que ser iguales no significa ser idénticos, que existen diferencias biológicas y de género que marcan distinciones importantes; por ello, las mujeres trabajadoras deben disfrutar algunos derechos propios de su sexo, en función de la maternidad. Según las costumbres del medio social, que difieren de un país a otro, también se consideran responsabilidades sobre la crianza de los hijos y la atención a la familia.

En la práctica, la calidad del empleo de las mujeres no se rige según estos principios de igualdad, pues la investigación arrojó que gran número de mujeres reciben salarios menores que los hombres, trabajan en condiciones inadecuadas para la salud, laboran en la informalidad, las que se dedican al trabajo doméstico carecen de reconocimiento, el trabajo a destajo impide el tiempo libre y se desempeñan en trabajos precarios.

Los estudios de Hernández han incluido a mujeres ejecutivas y madres jóvenes solteras. En el caso de las primeras, el trabajo constituye una elección de vida y se han capacitado para ejercerlos. En la esfera familiar y del hogar, ellas siguen siendo las principales organizadoras del cuidado de los hijos; incluso, cuando la participación de sus cónyuges es más visible, se considera una ayuda hacia la mujer y no una responsabilidad inherente al género masculino; tal apoyo se percibe como una concesión y no como un derecho.

En el caso de las segundas, las jóvenes madres solteras se enfrentan a todo tipo de carencias, deben abandonar los estudios, tienen baja autoestima, autolimitan el espacio y el tiempo para sí mismas. Entre los testimonios ofrecidos, estas jóvenes manifiestan que lo que ganan no es suficiente, “pero como dicen, tenemos que acoplarnos”.

Hernández finalizó su ponencia manifestando que es necesario visibilizar el aporte económico de las mujeres, continuar con el apoyo establecido durante la pandemia hasta que se recupere el mercado laboral, promover la contratación y promoción a mujeres en igualdad de circunstancias, promover la formalización del empleo, desalentar el exceso de trabajo y las horas extraordinarias.

El contexto y las circunstancias expuestas a través de esta investigación, se asemejan a los que generaron el Día Internacional de la Mujer, aquel 8 de marzo de 1908, en la fábrica Cotton en Nueva York, donde sus empleadas protagonizaron una huelga solicitando reducción de la jornada laboral, igual salario que los hombres que se desempeñaban en las mismas funciones y denunciaron malas condiciones de trabajo. Ciento veintinueve de ellas murieron en un incendio dentro de la misma fábrica.

♦Texto y fotografías: Rosiris Urbaneja