«Con un gran alma nos topamos» el alma de un profesor, profesional, esposo, padre, abuelo y ser humano que procuró para sí y los suyos -entre ellos sus alumnos- una vida llena de virtudes.

“Hijitos míos, no podemos perder la capacidad de asombro. Tenemos que leer lo que pasa y defender la democracia, la libertad”. Esta frase la recuerdo desde el año 2000 cuando debatíamos en la cátedra Teoría de la Argumentación con el profesor Diego Márquez. El asombro por la negligencia política, por la ausencia de libertad de expresión, por la ignorancia y la mediocridad, por la ausencia de fe e incluso el asombro por la ausencia del pensamiento en las formas de construir el bien común del profesor Diego Márquez representan reiteradas imágenes de estudiantes, compañeros de trabajo, colegas, directivos y familiares, porque en las conversaciones pausabas, de intensa preocupación, siempre contaba con la necesidad de reconstruir un tejido social sano a partir de grandes bases: la familia, la academia, la fe en Dios y la democracia.

Diego Ramón Márquez Castro nació en Caracas el 3 de enero de 1946. Su infancia y estudios transcurrieron en la ciudad capital. Fue el mayor de sus dos hermanos: Juan Carlos y Alma Magnolia. Sus padres, el contador José Antonio Márquez Rubio y la costurera Esperanza Aurora Castro de Márquez brindaron ejemplo de educación, el trabajo y la fe. Diego Márquez alcanzó el título de bachiller en el Liceo Rafael Urdaneta; una meta anhelada por Diego Márquez y sus padres, pues la academia siempre fue un espacio para el debate que debía conquistarse a través de los años. Luego en el año 1971, obtuvo el certificado de Locutor por la Dirección de Telecomunicaciones del Ministerio de Comunicaciones al tiempo que realizaba la licenciatura en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello.

A un año de su licenciatura, 1972, Diego Márquez estudió Administración Pública con Especialidad en Organización y Métodos por la Escuela Nacional de Administración Pública, en Caracas. A pesar de alcanzar estudios de cuarto nivel, el tiempo de formación no había terminado, pues en 1973 aprobó mención Cum Laude, el estudio de Psicología dentro del Doctorado en Psicología, por la Facultad de Magisterio de la Università degli Studi en Roma, Italia.

Su actividad académica fue tejiéndose con lo laboral, por lo que en la ciudad capital, en 1975, se desempeñó como coordinador de Adiestramiento y Desarrollo de Personal en el Banco Latino de Caracas y periodista en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Pero una propuesta académica hizo que, como a muchos en esta denominada ciudad planificada, recibiera a un profesional de la ciudad capital. En 1975 ganó un concurso para desempeñarse como profesor de la Universidad de Oriente (UDO) en Cumaná, estado Sucre, por lo que en 1979 fijó residencia en Ciudad Guayana y se sumó –hasta 1986- al equipo docente del Instituto Universitario Politécnico Experimental Guayana (IUPEG).

En este año, 1986, fue profesor de la Universidad Experimental de Guayana hasta el año 2002, fecha que fue otorgada su jubilación de la Universidad Pública. Sin embargo, en esta casa de estudios no solo alcanzó la especialización en Recursos Humanos (en 1993) sino que se desempeñó como coordinador de Educación Permanente y adjunto al Gerente de Extensión.

“La primera impresión que tuve de Diego era un hombre noble, bueno, capaz de ayudar. Un hombre inteligente, lector. Fue una de las primeras personas que me dio consejos desinteresados y muy honestos a propósito de la vida en Puerto Ordaz y la vida universitaria”, relata Roger Vilain, compañero y profesor de la UNEG y UCAB.

Desde 1999, fecha para cuando surge la escuela de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Diego Márquez ingresaba como profesor de Teoría de la Argumentación y luego impartió otras como Ética de la Comunicación y Estudio del hombre hasta el año 2017. Fue Miembro del Consejo de Escuela, tutor de innumerables Tesis de Grado y galardonador de un sinfín de reconocimientos por escalafón y antigüedad.

Y sí, el profesor Diego Márquez siguió estudiando para obtener su Magister en Filosofía en el año 2007, por la UCAB Guayana. Según el primer vicerrector de la UCAB Guayana y exdirector de postgrado, Alfredo Rivas Lairet, citado por el periodista y actual director de la Escuela de Comunicación Social, Oscar Murillo, “Su trabajo de investigación sobre Fermín Toro es una referencia obligatoria en el Seminario de Trabajo de Grado de la Maestría”. En esta investigación deja entrever su pasión por la filosofía, la democracia, la fe y la libertad.

Como referencia de estudiantes de pregrado y postgrado así como compañeros de clases y colegas existe una misma percepción: el profesor Diego Márquez era un caballero: de camisa manga larga, pantalón plisado, correa de vestir y zapatos muy bien pulidos. De maletín negro. De pasos cortos, pero apresurados. Alto, delgado, de ojos claros y voz pausada… como de locutor. La profesora y periodista Alba Perdomo señala que pensar en el profesor Diego era evocar “un caballero de fina estampa”. Los estudiantes lo definen como responsable, profundo, excelente persona, un hombre que brindaba mucha paz, empático, preocupado e incluso un profesor que salía al paso a la irreverencia o ausencia de respeto. Mirna Sifontes de Castro, esposa del profesor Diego Márquez, destaca que: “Fue generoso al prodigar sus conocimientos, siempre dispuesto a conversar con quien lo buscaba como amigo, profesor o periodista. Diego veía en cada estudiante un hijo, por eso se entregó con pasión a la docencia universitaria”.

En el aula, su sola presencia además de inspirar admiración, exigía respeto y era asertivo para demandarlo. Las contadas oportunidades que observaron molesto al profesor Diego tenían que ver con la mediocridad, la deshonestidad, la falta de respeto y la complicidad por afectar la dignidad humana en cualquier escenario. Pero Diego Márquez no solo fue profesor, fue esposo, papá y abuelo. Su otra columna, la familia, la constituyó a los 31 años de edad luego de conocer a Mirna Sifontes, cuando era estudiante del último semestre de la carrera de Sociología en la Universidad de Oriente y Diego Márquez profesor de la referida universidad. Pero fue el 16 de abril de 1977 cuando Diego Márquez y Mirna Sifontes se casaron por civil y la iglesia. Mirna Sifontes dice que Diego “era un hombre noble, la bondad personificada y todo un caballero” y que “fue muy querido por su familia, en especial, su mamá y hermanos, era un miembro más de la familia”. Tuvieron tres hijos, “actualmente profesionales universitarios y seres humanos útiles a la sociedad, por lo cual Diego se sentía orgulloso del deber cumplido”, señala la esposa. Los hijos son: Diego José Márquez Sifontes, abogado y profesor universitario; Amaurima del Carmen Márquez Sifontes, odontóloga esteticista y Ayanira Josefina Márquez Sifontes, odontóloga ortodoncista”. Tienen cuatro nietas a quienes el profesor Diego Márquez siempre mencionó “como un canto de esperanza en el futuro”.

Su familia es católica y aquí su tercera base: vivir la fe. Diego era “Un hombre que vivía y transmitía mucha paz y logró construir y labrarse una vida armoniosa, porque era un hombre creyente, religioso. Fiel a sus preceptos”, señala su compañero Roger Vilain. Su esposa asegura que Diego tenía una sólida formación religiosa Católica Cristiana, practicante de ir a Misa dominical y fiestas religiosas. Estos preceptos religiosos fueron inculcados y practicados en el seno de su hogar. Ser hombres de bien era una prioridad para el profesor Diego Márquez. En su hablar siempre había una frase religiosa en forma de exclamación y la relación con Dios era algo de lo que se sentía orgulloso. Desde la Diócesis de Ciudad Guayana lamentaron su ausencia física, pues “era un hombre de fe, de creer y vivir según la voluntad de Dios”.

Quizás esta misma fe lo llevó a entender que había un propósito de Dios en otras fronteras. A Diego Márquez, como a muchos venezolanos, le tocó salir de las tierras venezolanas. Renunció a la UCAB en el año 2017 y se abrió paso en La Paz, Baja California Sur, Estados Unidos Mexicanos, donde continuó su labor como docente en la Universidad Mundial Campus La Paz. Dictó cátedras como: “Filosofía de la Comunicación, Filosofía de la Calidad, Comportamiento Organizacional, Pensamiento Crítico y Creativo, Literatura Contemporánea, Desarrollo Humano, Cultura General Contemporánea y Protocolo Diplomático”. También fue miembro asociado de Escritores Sudcalifornianos Asociación Civil. ESAC. La Paz, Baja California Sur. Estados Unidos Mexicanos.

Si tuviera que resumir los temas que al profesor Diego Márquez le apasionaban, según las voces que conocieron su andanza, podríamos decir: la espiritualidad, la lingüística, la filosofía política y la dignidad humana. Fue un maestro de cómo reconstruir la democracia en la academia siendo ejemplo, con solo su testimonio. Diego Ramón Márquez Castro falleció de un infarto en La Paz, Baja California Sur, Estados Unidos Mexicanos el 28 de marzo de 2020, con 74 años de edad, 44 años de vida expuestos a la academia, 42 años de casado, y toda una vida íntegra de fe. Actualmente, y gracias a la voluntad de la familia del profesor Diego Márquez hoy podemos disfrutar de sus trabajos realizados de los años 2005 al 2013.

DEMOCRACIA Vs. POPULISMO: Una Aproximación Sociológica y Filosófica. VOL I demuestra el recorrido académico y de repensarse la sociedad del profesor Diego Márquez. Algunos de estos escritos fueron publicados en Guayana Ucabista, comunicaciones presentadas en Jornadas y Congresos de la Universidad Pontificia de Salamanca en España y la Tesis de Grado en Filosofía por la UCAB Guayana. Este libro se puede disfrutar por Amazon.com desde diciembre 2021. Sin embargo, actualmente se compila los trabajos realizados desde los años 2013 – 2020, (año de su fallecimiento) para un volumen II que llevará por título: Democracia y Ciudadanía.

Diego Márquez tenía una frase familiar que solía escucharse en el hogar de los Márquez Sifontes cuando regresaba y es “Diego con grandes almas nos hemos topado”, para referir que el día había sido productivo y que muchas personas habían actuado como especie de ángeles para alcanzar la meta propuesta. Hoy podemos resignificar esta frase y quisiera decir en nombre de todos los que conocimos al profesor, que transitamos por las aulas de pregrado y postgrado, que fueron compañeros, amigos, familiares o activos de una conversa con un buen café: Diego Márquez: ¡Con un gran alma nos topamos!

Por: Kristy López Spitschka / Foto: Dirección de Comunicación UCAB Guayana.