Para Alfredo Infante SJ, nuevo provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, entre los retos apostólicos de las obras ignacianas está afianzar aún más al modelo pedagógico actual una oferta humanista que talle el espíritu.

 

“El acceso a la educación de calidad es la vía para superar la pobreza y estrechar la brecha de la desigualdad”, es una afirmación expuesta por Alfredo Infante SJ, en su primera visita a Ciudad Guayana como nuevo provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela.

El sistema educativo venezolano inició este año 2023 con manifestaciones de calle por parte de maestros que exigen salarios dignos, mientras se dedican a la profesión que por vocación escogieron y que representa la mejor vía de crecimiento humano y de las naciones en su totalidad, así como expresó el padre Infante.

Al respecto, el Provincial destacó que en el país “la educación universal y gratuita colapsó” y aunque es necesario que los conocimientos lleguen a todos, “hay que crear una alternativa a la insostenible gratuidad total y así garantizar una educación de calidad”, responsabilidad compartida entre el Estado, principalmente, y la sociedad.

La Compañía de Jesús desarrolla múltiples obras orientadas a la educación, identificada como un derecho humano fundamental. Al respecto, Infante distingue prioridades: “No basta recuperar la infraestructura, la calidad de vida de los docentes, sino que (…) es importante poner la educación a la altura de los tiempos. La educación, en los países desarrollados, ha avanzado mucho en tecnología educativa, en idiomas, ciencia y yo personalmente creo que todo esto debe estar acompañado por una oferta humanista que talle el espíritu con vocación de servicio, responsabilidad y solidaridad social. Creo, además, que en la escuela debe formarse para la convivencia ciudadana”.

Educar para la esperanza

En lo que el padre Infante ha definido como un “deslave educativo”, se han visto afectadas obras de la Compañía, como Fe y Alegría en sus diferentes programas que, para la fortuna de los más desposeídos, “ha logrado sortear muchas dificultades, pero la fuga de docentes por la vía de la migración hacia otros países y también hacia otros empleos, es llamativa”. Agregó una anécdota que define esta crisis educativa y social: “Hace poco tuve un encuentro fortuito con una docente en un Jeep de transporte público y ella me dijo que estaba trabajando en el servicio doméstico, en el que le pagaban de 15 a 20 dólares por día, mientras en la educación su salario actual no llega a un dólar diario”.

A pesar de la pobreza y el hambre, aún muchos maestros siguen apostando por el ejercicio docente, convencidos de que es una “plataforma que saca a muchos niños, niñas y adolescentes de la pobreza y les ayuda a encontrar su proyecto de vida”. Se trata de una mística de trabajo trascendental para obras como Fe y Alegría que son “una bendición de Dios para la historia de Venezuela y para la historia de la iglesia en nuestro país”, comentó Alfredo Infante SJ.

“Pasar del «Yo» al «Nosotros»”

Como lo reseña el Informe de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos (2022), realizado por el Consejo de Derechos Humanos (DDHH) de las Naciones Unidas, Venezuela tiene una crisis sistémica de Derechos Humanos. A partir de esa realidad, Infante SJ afirma que los venezolanos viven en “un país herido y fracturado en lo más medular, que es la confianza”, lo que deviene en un profundo daño al ser humano y ha llevado a la nación a una “crisis espiritual”. La situación “nos ha fragmentado, estamos con el corazón roto por muchos duelos, tanto por la violencia como por la migración. Hay una atmósfera de orfandad, de abandono, de depredación”. Por ello, el jesuita explicó que es necesario iniciar un “camino de sanación, reencuentro, búsqueda de la verdad, justicia y reparación, para restaurar la confianza y la convivencia”.

Es fundamental -también- entrelazar “relaciones para fortalecer el tejido comunitario, social, la cultura democrática…” y enfatizó que “esta región tiene especialmente la misión de sensibilizar, trabajar y luchar para detener la depredación extractivista” que ocurre al sur del estado Bolívar, tal y como lo explica la oenegé Fundaredes en su informe “El Arco Minero del Orinoco y la destrucción de la reserva natural más importante de Venezuela” (2022).

La Red Apostólica Ignaciana de Guayana (RAIG), instancia que congrega a las ocho instituciones ignacianas que hacen vida en este territorio del sur oriente del país, desde 2017 trabaja en esa reconstrucción del tejido social en la región, “han ido haciendo un proceso interesante de pasar del «Yo» al «Nosotros» sin perder la autonomía funcional. Hoy cada obra se entiende como parte de un Cuerpo Apostólico que piensa y discierne cómo ser continuadores de la misión de Cristo en la región”.

Para esta misión, el Padre Alfredo invita a fortalecer las relaciones con otros organismos sociales, como la Red de Acción Social de la Iglesia (RASI) y otras organizaciones de la sociedad civil que, “no siendo expresamente cristianas, comparten con nosotros valor y el deseo de construir una Venezuela justa y fraterna”.

Discernimiento al estilo ignaciano

Al hablar de procesos humanos es fundamental tener líderes que activen la “escucha inteligente (…) que se necesita para cualquier misión que se asuma en el país”, afirmó el nuevo provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, y recalcó que “no basta con escuchar; es necesario discernir lo escuchado, para elegir y decidir lo que más conviene” para todos los involucrados.

“Cuando nos sentimos escuchados, nos sentimos reconocidos y se despierta una fuerza interior que moviliza a la búsqueda del bien”, apuntó el padre Infante. De igual forma, se necesita que un líder “valore caminar juntos, trabajar en equipo, saber reconocer los saberes y las competencia de los demás”, para encauzar esas fortalezas hacia el bien de todos y de la misión.

En palabras del Provincial, un líder “debe saber acallar su ego, para escuchar inteligentemente. Para ello, debe valorar la investigación, consultar, tener pensamiento estratégico, trabajar en equipo, saber acompañar y despertar lo mejor de la gente, no creer que lo sabe todo ni que lo puede todo”, pues es valioso administrar los saberes y -haciendo sinergia- direccionar estos esfuerzos a un propósito compartido.

Asimismo, el sacerdote jesuita destacó que “escuchar no es quedarse con lo que a cada quien le parece, sino también debe partir de resultados de investigaciones y de diagnósticos serios”, tal como sucedió con el proyecto de Campus Integrado entre la Universidad Católica Andrés Bello extensión Guayana (UCAB Guayana) y el Colegio Loyola-Gumilla, una estrategia basada en métodos científicos, acordados entre los actores que procuran el bien común, y apalancada en resultados.

Las palabras de Infante, durante esta primera visita a la región que él denominó como “tierra de gracia”, dan cuenta de la continuidad de la Compañía de Jesús -a través de todas sus obras- en el servicio al otro, para superar la pobreza y reducir la brecha de desigualdad que existe y deprime a gran parte de la población venezolana. Reflejan además la esperanza y la certeza de que con disposición, disciplina, formación, rigurosidad científica y amor es posible crecer como país.

Texto: Rosiris Urbaneja (UCAB Guayana) y Valeria Requena (Colegio Loyola-Gumilla)

Fotos: Oscariny Hennig y Valeria Requena