Historia
La Universidad Católica de Venezuela fue fundada el 24 de octubre de 1953, bajo el amparo de una nueva ley de educación promulgada por Marcos Pérez Jiménez ese mismo año. Este era el fin de un proceso que se inició durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco y que prohibió el funcionamiento de las universidades privadas católicas. Su primer rector, Carlos Guillermo Plaza, instó al gobierno a autorizar el cambio de nombre, que fue adoptado un año después, el 7 de julio de 1954.
La finalidad de la misma era compartir «los nobles y comunes anhelos de las otras ilustres universidades del país». Además, se dirigía «particularmente a consolidar, de modo eficaz, la educación moral y espiritual de nuestra juventud, destacando para ello el valor y la dignidad de la persona humana, ennoblecido aún más por su condición cristiana; todo lo cual exige cuantiosa dotación de medios apropiados junto con exquisita y firme dirección, en el sentido de que tal esfuerzo combinado conduzca racional y convenientemente al desarrollo justo de las profesiones ciudadanas».
Mucho ha cambiado el país y mucho también ha aportado al mismo la Universidad Católica Andrés Bello. Con las vicisitudes propias de todo ente vivo, su crecimiento no ha estado exento de momentos difíciles. Pero su impronta está bien definida y su fama bien ganada en el universo plural de Venezuela. Sus rectores han sido eximias figuras: los Padres jesuitas Carlos Guillermo Plaza (1953-1955), Pedro Pablo Barnola (1955-1959), Carlos Reyna (1959-1969) y Pío Bello (1969-1972), el ingeniero Guido Arnal (1972-1990), el R.P. Luis Ugalde s.j. (1990-2010), el R.P. Francisco José Virtuoso s.j. (2010-2022) y desde 2023 el P. Arturo Peraza, s.j. Detrás de ellos, la rica y fecunda experiencia de la Compañía de Jesús en la conducción de universidades en todo el mundo, centenares de hombres y mujeres que a distintos niveles han dado lo mejor de sí en la construcción de una universidad de excelencia, y su vinculación con la Iglesia institucional a través del Gran Canciller, ocupado siempre por el Arzobispo de Caracas.
Los profesores actuales y jubilados, los egresados, sus numerosas publicaciones de libros y revistas, las facultades y centros de investigación que aportan al país ideas, propuestas y análisis de reconocida vigencia son el mejor aval de su trayectoria. A ello se une, la atención personalizada en diversos campos en los que sobresale la pastoral universitaria, hablan por sí solas de la misión educativa, ética y responsable que ha tenido la Universidad Católica Andrés Bello.
Si bien tiene su sede en Caracas, desde un comienzo la Universidad Católica estuvo abierta al país. De ello, tiene hoy día, extensiones de diversas facultades en los cuatro puntos cardinales. Hija directa fue la extensión del Táchira, hoy Universidad Católica del Táchira. Y se abrió el camino para los otros centros de educación superior de inspiración cristiana que existen en Venezuela.
La extensión Guayana
La Universidad Católica Andrés Bello, extensión Guayana, inició su trayectoria en Ciudad Guayana en el año 1995, con los programas de formación continua orientados a la actualización y capacitación de los profesionales y técnicos de las empresas básicas de la zona. Un año después, iniciaron los programas de Postgrado.
En 1999, respondiendo a la necesidad de una institución de educación superior con un enfoque humanista y de excelencia académica en esta importante región industrial del país, la Extensión Guayana de la UCAB inició sus actividades de pregrado con 311 estudiantes de las escuelas Derecho, Educación y Administración y Contaduría.
A lo largo de su historia, la UCAB Guayana ha consolidado su presencia en la región, expandiendo su oferta académica y fortaleciendo su vinculación con el entorno socioeconómico local. Ha sido un actor clave en la formación de talento humano en áreas estratégicas para el desarrollo de Guayana, como la ingeniería, la administración, el derecho y las ciencias sociales. Además de su labor educativa, la Extensión Guayana se ha destacado por su compromiso con la investigación, la extensión social y la promoción de la cultura, contribuyendo activamente al debate de ideas y a la búsqueda de soluciones para los desafíos que enfrenta la región, siempre fiel a su misión de formar líderes al servicio de los demás.
La supervivencia de cualquier universidad, máxime de una católica, pasa por entender el contexto geopolítico, el tiempo histórico y las exigencias de la Iglesia contemporánea. Asumir la competitividad, la complementariedad y la calidad en un permanente reto de estar atento a los signos de los tiempos y a los signos de Dios; han caracterizado el camino trillado por la UCAB.